Es misterioso entregarse a las letras, y digo palabras, sentimientos que salen cuando una línea emotiva las convoca.
Y siempre son las canciones, la bendita música, el aroma humano, las voces cuerdas que se adivinan locas por una fábula que me gusta, como las armonías de los que cantan a lo largo de su vida aunque no sepan que lo hacen.
Alguien muy grande nos puso dentro el sonido y el alma, los impulsos claros y honestos de sabernos necesarios entre unos y otros.
Las hojas y el viento son una expresión siempre urgente que nos regala la intuición más común. Nada podrá quitarme esta presunta ingenuidad o inocensia que me moja como lluvia de verano, la que reboza ahora mi techo, mi patio y mis sentidos.
No me arrepiento de ello, ni siquiera porque alguien del otro lado sepa o sonría ante esta debilidad que me sacude porque se me da la gana.
José López Romero
3 comentarios:
¡Bendita inocencia, José!
Que no nos abandone el deseo que compartimos y hacemos realidad en este lugar.
Abrazos.
Así sea Alicia, por ese camino vamos. Abrazo.
Es agradable leerte.
No dejes de escribir.
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