las cuerdas roncas,
el alma abriendo sus ventanas
y el sol subiendo a mis espaldas.
Alguien duda y canta,
los duendes malos aúllan,
he visto un rasguño en la puerta,
un agujero en el telón del mundo
y la flecha que quizo cambiar el destino.
El viejo disco suena cuando el río amanece en las riberas
y la memoria oscurece su salud.
El viento calza su orgullo,
mi brazo descansa sobre la guitarra,
mi barba ha entonado su distancia.
Agacho la cabeza del sombrero,
siento que mi boleto de amor no fenece,
alguien ha bebido a mi lado,
respiro todavía, nunca es tarde me parece,
murmura mi garganta en mal estado.
Texto y fotografía de José López Romero
4 comentarios:
Otoño, primavera, todo en estas estaciones son las que más nos muestran lo efímero de la vida. Quizá por eso nos mostramos tan inspirados cuando nos tocan con su color y su perfume.
Un saludo querido amigo
mj
ahh José, me acerco a tu blog para dejarte mi agradecimiento al comentario que dejaste en el mío, y me encuentro también en un espacio cálido y acogedor! Con tu permiso me quedaré por aquí, y este poema que me abre las puertas,me recuerdan las rimas gauchescas de mi otra patria..la Argentina. Un saludo!
Tiempo que inspira,
en el monte,en el mar, en la orilla del río.Todo es un hermoso cantar al amor, a la vida.
Un abrazo
me gusta como escribes y describes tus letras
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