25 abril 2014

Los caprichos de la naturaleza no tienen medida y fluyen a su antojo. 
Las hojas, los tallos, cortezas y raíces, nacen al amparo de una creación maravillosa. 
No es un hallazgo ni siquiera una sabia deducción este pensamiento, apenas arrumbado en un rincón tan común que me cae en la cabeza desde la cima de un ropero imaginario, como si fuera un rebelde jarrón azul salpicándome a su antojo de palabras repetidas.
Sin creerlo atravesé la entrada hacia el profundo corazón del árbol y fue plena oscuridad. 
                                                                               (Fotografía y texto de JLR) 

1 comentario:

Anónimo dijo...

bello... buenas! cuakerboy!

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