30 julio 2011

PALABRAS MUERTAS Y LA HERIDA DEL TIEMPO

Perdí las palabras,
fue anoche,
cuando el sueño aún se resistía a la almohada
y el alcohol no había hecho más que llorarme al hombro,
la sangre se espesó demasiado,
noté su fluir en la vena quebrada
en el orgasmo perenne de la madrugada
se fueron...
Recuerdo su delicadeza
casi tanto como la tuya.
Un náufrago de sed a la deriva de un mar constante.
Así eran aquellas palabras.
Iban directas al epicentro de tu angustia,
la grieta de la herida gritando
solapada con mi angustia,
besándose extraordinariamente..
Cuando el dolor se convierte
en algo hermoso
no debe evaporarse,
es una tortura absurda querer evocarlas
cuando quizás fue un sueño entre sábanas..
Muerto el poema.
El poema capaz
de comprimir el momento
y apresar el alma en un papel,
un instante de la vida
allí,
entre mis manos muriéndose
tan complejo pero tan fácil de entender.
Tan triste.
Estrías de tiempo en estado líquido,
tiempo, tiempo, me repito,
el tiempo y su herida Priestley,
creo que te entendí,
lo que quizás nunca seremos,
idealismo surcando el seso
en una realidad ficticia que nos dice
lo que somos, evolucionando para no ser
más que extraños con extraños,
para vernos ayer sin vernos hoy,
tormento del ser sin ser habiendo sido.
Una vez más.
Es fundamental este vacío
esas palabras perdidas,
fundamental,
para ver nacer al vivo hoy
siempre hay herida,
no tiene porqué sangrar,
no tiene porqué doler,
para ser herida,
para hacer cicatriz de tu resquicio.
Nada define al tiempo,
no hay sinónimos inteligentes en su aliento
para nombrarlo de otra manera.
El tiempo fue,
el tiempo es,
el tiempo será
pérdida de sueños
por no saber creerlos,
cuidarlos,
darles su pan y su agua
cada día de tu vida.
Tu vida de harapos y pollo crudo,
crudo como los sueños
el poema,
el insaciable muerto que se arrastra con placer,
el vómito incoherente de las entrañas,
convulsiones pasajeras,
algún día papeles bajo la tierra,
espasmos delirantes febrilmente caducados,
el dolor contratado para mí,
el sentido enlazado con las horas,
el penoso recreo de ser,
ojos sin pestañeo congelados por siempre
parados pensando,
en el poema,
secuestrador del tiempo, de nuevo tiempo,
de nuevo herida,
la tinta que desvirga el blanco,
la mano sumisa
trabaja y trabaja
secuestrada por el bombeo constante de la sangre,
esa roja rosa que sigue al pecho y al latido
dejando sus espinas en el camino como un rastro
para morir después en los fantasmas de mi cerebro..
Aquel Poema.
Tan muerto, muerto.
Pero tan vivo.
Como nosotros.
          



           

6 comentarios:

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

Hermoso Poema.
Besos, Montserrat

Patricia dijo...

Bellisimo!!! sentimientos encontrados en solo poema.
Un gusto conocerte.
Cariños.....

Sam dijo...

hermoso el poema,hermoso el lector.
:)

mj dijo...

El tiempo y sus palos de ciego...
Un enorme abrazo Sam...
mj

Harold Diaz dijo...

Precioso!!

Saludos!

Norma Ruiz dijo...

precioso poema.
felicitaciones
besos

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