No me consueles, no quiero tu misericordia.
No vuelvas hacia mí tu limosna, me lastima;
no te reflejes en mis ojos, ya eres un simple fantasma.
Este corazón, ya no te llora,
he cerrado mi cáliz a tu encuentro
y, al desechar tu recuerdo como un vino agrio,
soy un desierto, mas me sobra amor del bueno
para regarlo sin sentir la cruz de tu auxilio.
Toda auroras, soy.
Soy río y mi risa es de alivio,
prefiero esta orfandad a tu despótico desdén.
5 comentarios:
Gracias por esta hermosura de poema que hago carne en mi alma pertrechada.
Siempre bella, tú, Alicia.
Un abrazo cálido.
Alicia!, qué bueno verte aquí, me da ganas y no te imaginas cuánto, para seguir posteando en este sitio que siempre fue gratificante. No quiero redundar en decirte que tu forma de escribir cautiva, puedo leerte hasta la muerte. ¡Grande!
José, Begoña, gracias a los dos.
Que este Preludio no decaiga, sea una puerta abierta a los que amamos esta manera de estar cerca.
Un abrazo.
Hermoso y contundente Alicia!!
Me encantó!
Abrazotes
Fuerza y determinación es lo que transmiten estos versos. Efectivamente eres río y eres auroras, clara como la mañana y enérgica ante la injusticia.
Besos
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