Bien venido

El hombre con la mirada perdida vino a verme un viernes por la tarde, sí, en un viernes, cuando dicen en mi religión que el cielo se abre hasta el anochecer del día siguiente, y justo en ese momento, en ese viernes, el hombre con la mirada perdida y Dios en su pluma me hizo una visita.

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Si el cielo le dio la bienvenida, incluso hubo un momento, que él lo mencionó, dijo que el cielo es muy bonito, lo que él no sabía es que el viernes por la tarde el cielo se abre para todos, en ese caso, si puede, que Dios me guiñe.
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Un viernes por la noche el hombre con la mirada perdida me regaló su obra y me habló de su nombre mientras yo intenté hacer todo lo posible para que su mirada se concentrase en mis ojos, en mi alma, en mi cuerpo, claro lo que yo no sabía cual era su lucha, así que le preste toda la atención a él.

Le tiembla la voz, es increíble que al "mas grande" también le tiemble la voz, sin embargo, cuando escribe es firme con sus pasiones, luego entendí que la voz le tiembla por que yo le importo y mide y calcula para no ofender, para él, la palabra dicha o escrita es sagrada.

Yo tan feliz, no sabía si vivo un sueño o realidad, paseando por el mar, sí, mi Mar, que sabe todos mis secretos, entre barcos y susurros de pájaros, le hable al mar en mi idioma, le pregunté si es posible que el más grande deje de hablar y me abrace y me desee, la respuesta llegó.

Hoy es jueves, la mirada perdida la tengo yo porque le busco, mi voz tiembla porque le adoro, y no, no tengo a Dios en mi pluma como él, pero tengo a Dios que me ha traído a él.