12 septiembre 2008

subir a la cruz

Crueldad y falta de memoria suceden todos los días, como si fueran cheques al portador sin opción de retorno. Nada está lejano para nadie, y en mayor o menor medida, somos parte de una misma crónica. El tiempo no atempera las oscuras ambiciones, los crímenes impunes, las venganzas ni cualquier tópico por el estilo, que injustamente maltrate o acabe con las vidas más vulnerables. Las enseñanzas milenarias apenas tienen eco en estas épocas de guerras económicas visibles, donde el mentado “señor dinero” y sus armas pagas, repiten métodos sumiendo a países y personas en piezas de juego en un infernal tablero de negocios. “Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida” / “El fruto del amor es el servicio al prójimo”. Dos citas siempre frescas de Madre Teresa bastan para reflejar las carencias cercanas de una comunidad, una provincia, un país, en su valor ético y fundamento de quienes somos llamados seres humanos. Estas palabras podrían haber salido de víctimas inmoladas a manos del egoísmo que no tiene patria ni bandera, ni nos son desconocidos. Jesús expone cada día su sacrificio en el martirio por imaginar un hombre mejor. Es un mensaje siempre presente que vuelve a llamarnos una y otra vez sin ser advertido ni ser aprovechado en su real potencialidad. Su ejemplo no es solamente un discurso emocionante que se lee y se guarda, es un verdadero modo de vida que deberíamos hacer efectivo. Aún pesa el chasquido del látigo de los verdugos y el tintineo de las monedas con que se pagan las traiciones y la historia dice hasta hoy, que ha sido imposible asumir un destino de justa convivencia. Son millones los Cristos urbanos que suben a la cruz, simplificados en meros números, decretadas sus muertes en múltiples formas. La semejanza que propongo es un pensamiento común que en todo caso me involucra, que todos tenemos en la mente pero nos cuesta poner a disposición del corazón. Quién no ha sido burlado, negado o tratado como un demente, por decir con razonamientos simples, los caminos lógicos que no hacen suyos los fríos intereses de siempre. “Cuando piense en mí mismo, vuelve mi atención hacia otra persona”. Apenas deletreo el presente escrito que no me hace mejor que nadie, solo vuela movido por un sentimiento tal vez cargado de defectos. Sé que podría ser rebatido por ser apenas escritor de oficio pero, allí están los pasajes históricos que fortifican este argumento que no tiene ni busca brillo. Jesús sujeto a los maderos sufriendo como hombre los martillazos y el acero de los clavos en sus extremidades; Jesús humillado hasta el último segundo como aquellos que vemos a diario soportar su propio calvario, que a la vez es nuestro y no compartimos. La egolatría, los mercaderes y los Herodes actuales no difieren de aquellos de la antigüedad. En las manos lavando la responsabilidad de la entrega, en la barbarie cotidiana y cada gota de sangre inocente derramada.“Un corazón puro y servicio a los semejantes”, dijo la santa de Calcuta en sus últimos días, como bienes necesarios para alcanzar la paz. Más allá de cualquier culto religioso, valen sus expresiones para este mundo que sigue arrojando seres humanos a la calle, matando sin piedad, hambreando a los más desprotegidos, y poniendo en la balanza una desigualdad aterradora que de tan usual, se ha convertido en una noticia descartable. El orgullo es una nube que cubre lo vital, el afecto, la solidaridad y la alegría de estar juntos en este paso por la vida. (José López Romero)

4 comentarios:

Anaroski dijo...

Jesús dió su vida por nosotros, y se lo agradecemos con aborto, eutanasia, terrorismo, guerra, falta de respeto, negándolo. Y lo peor nos llamó a ser la sal de la tierra, a ver si poco a poco vamos poniendo nuestro granito de arena.

Un beso.

Anaroski.

Pedro Estudillo dijo...

Pero aún hay quienes le recuerdan, así como a su pasión, muerte y resurrección, pero sobre todo sus palabras y su ejemplo.
Por tanto no está todo perdido, y aquí seguiremos para dar testimonio y seguir despertando conciencias... o al menos intentándolo.
Tú lo haces de maravilla.
Un abrazo.

ade dijo...

- José, es la especie, el hombre es destructivo está en su escencia, pero también dentro de la especie está el hombre sensible, y es ahí a donde debemos apuntar a un equilibrio. Felicitacines por tu participacion en este lugar. Con cariño, Ade

mercedes saenz dijo...

José, me he emocionado hasta el caracú, es uno de tus mejores textos, de los que conozco. Tu sensibilidad y tu humanidad pasan por arriba de las letras como una gigantezca huella digital. Felicitaciones. U abrazo Mercedes Sáenz

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