01 mayo 2010
Gustaba de taparme los ojos para no ver mi falo, que se arrastraba agonizante entre polvo y telarañas. Húmedas cavernas le atrapaban transformando creación en inmundicia barata hasta que llegaste y me hiciste ver las incongruencias del pasado, la semilla desperdiciada en pozos turbios y profundos, la tristeza de las clases rutinarias y el pensamiento sedentario que me posee. Ácido lisérgico que trepanas los tejidos del alma para descubrir su luz propia, manantial de deseo, chispa que tergiversas las palabras para que carezcan de sentido, flor, envoltura de la cuna de lo bello, de lo ardiente y lo sublime… sin duda haré que mi filo te atraviese y se doblegue a tu cálida carne.
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